Hugo, con unos ojos que no le entran en la carita.
Después de esperar, darle de comer y seguir esperando, intentar dormirlo, arroparlo y acunarlo el decidió que ese día no iba a dormir ni siquiera un poquito, así que nos dedicamos a hacerle arrumacos.
Entre los brazos de papá y arropado por el tierno abrazo de mamá, Hugo esta a salvo de todo.